Guías didácticas:
- Puede optar por completar este tema en una sesión.
- En esta clase, hablamos de los acontecimientos que ocurrirán antes de la venida de Cristo, los dos destinos eternos que nos esperan y cómo prepararnos para su regreso.
Diapositivas de presentación:
▶️ Diapositivas sobre la venida de Cristo para usar en clase
Esperando ansiosamente la venida de Cristo
Cuando Jesús estuvo en el mundo, prometió que volvería de nuevo. Él dijo:
“Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo”. (Marcos 14:62)
La Biblia habla repetidamente sobre el regreso de Jesús y nos recuerda que esta promesa es segura. Después de que Jesús murió, resucitó y ascendió al cielo en una nube, los ángeles les dijeron a los discípulos que Jesús volvería de la misma manera. El apóstol Pablo también escribió acerca de la forma de su regreso:
Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. (1 Tesalonicenses 4:16)
El día de la salvación
El propósito de la segunda venida de Jesús es diferente. La primera vez que Jesús vino al mundo, vino a pagar por nuestros pecados y a abrirnos el camino de la salvación. Pero la segunda vez que Él venga, salvará a los que le pertenecen, los que han sido lavados en su sangre y que le esperan ansiosamente.
Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan. (Hebreos 9:28)
El día de la venida de Cristo es el día en que nuestra salvación se cumple plenamente. Todo lo que creemos y esperamos se hará realidad en ese día. Se demostrará que valieron la pena todas las pruebas y los sufrimientos que hemos soportado por la fe. Ahí es cuando finalmente nos reuniremos con nuestro Salvador y heredaremos el reino que Él ha preparado para nosotros.
El día de la gloria
Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas. (Filipenses 3:20-21)
Como creyentes de Jesucristo, la razón por la que deseamos ser salvos es para que finalmente seamos liberados de la esclavitud de nuestra existencia física y recibamos un cuerpo espiritual glorioso como el de Jesús. Entraremos ese día a la eternidad y la muerte ya no existirá. Ya no seremos ciudadanos de países de este mundo porque toda autoridad y todo poder mundano llegará a su fin. Más bien, seremos ciudadanos del reino celestial. El mal será destruido. En el nuevo reino de Dios, no habrá más injusticia ni miedo. No habrá más lucha ni dolor. No habrá más fatigas ni lágrimas.
El día de gozo
Antes de que Jesús dejara a los discípulos para regresar a Dios Padre, consoló a sus discípulos:
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. (Juan 14:1-3)
Jesús nos asegura que nos reuniremos con Él. Donde Él está, nosotros también estaremos. Podemos aferrarnos a las palabras de Jesús, sabiendo que un día su promesa se cumplirá. Así como ha estado Jesús preparando para nuestra salvación y guiándonos para que regresemos a Él, también debemos prepararnos para encontrarnos con Él. Para aquellos que no conocen a Jesús, su venida se parece a un día de terror. Pero para los creyentes, la venida de Cristo será un día de gozo, especialmente si estamos preparados para su regreso.
La Biblia compara la venida de Jesús con el día de la boda. Los creyentes son como la novia de Cristo. Cristo vendrá a llevarnos a casa para estar con Él.
Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. (Apocalipsis 19:7)
El gran gozo de ver a Jesús es semejante al de una novia siendo recibida por su novio. Al igual que el día de la boda que es un gran día de celebración, la venida de Jesús es el comienzo de un nuevo y hermoso futuro que tendremos con Aquel que nos ama y nos aprecia infinitamente. Estaremos con Él para siempre y nunca más nos separaremos de Él.
¿Cuándo y cómo vendrá Cristo?
¿Cuándo vendrá?
Sabiendo que Jesús vendrá de nuevo, es natural que queramos saber el cuándo. Muchos en la historia han predicho falsamente el tiempo de la venida de Cristo. Algunos seguidores fervientes incluso vendieron sus posesiones para esperar la venida de Cristo, sólo para despertar las predicciones fallidas.
Jesús dijo muy claramente: “Del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre” (Mateo 24:36). Entonces, si escuchamos a la gente decir acerca de cuándo vendrá Jesús, no debemos creerlo.
Cuando la gente le preguntó a Jesús acerca de cuándo vendría el reino de Dios, Él les respondió que vendría inesperadamente.
Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. (Mateo 24:43-44)
Jesús comparó su venida con la venida de un ladrón. Quiere que sepamos que ese día será repentino y sin aviso previo. Pablo también recordó a los creyentes lo que el Señor Jesús había enseñado, que “el día del Señor vendrá como ladrón”. Es por eso que debemos estar siempre listos para enfrentar a nuestro Señor y preparados para su regreso en cualquier momento.
Los eventos antes de su venida
Aunque no sabemos el momento del regreso de Jesús, en Mateo capítulo 24, Jesús predijo los eventos antes de su venida. Habrá guerras y rumores de guerra, terremotos, hambres y pestilencias. También habrá un tiempo de gran tribulación, la tribulación más grande que jamás haya habido en la tierra. Jesus dijo:
Porque aquellos días serán de tribulación cual nunca ha habido desde el principio de la creación que Dios creó, hasta este tiempo, ni la habrá. (Marcos 13:19)
Los creyentes serán perseguidos por su fe y muchos abandonarán la fe. Aunque el mal aumentará y los creyentes enfrentarán persecuciones, Dios también mostrará misericordia a los suyos y les dará sabiduría a través del Espíritu Santo. Los creyentes podrán superar este momento difícil si guardan su palabra (Apocalipsis 3:10).
Después del tiempo de tribulación, el sol y la luna se oscurecerán y las estrellas caerán del cielo.
Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. (Lucas 21:25-26)
El mundo tal como lo conocemos estará en completo caos debido a estos eventos cósmicos. Sin embargo, Jesús les dijo a los creyentes que esta será la señal de que nuestra redención se acerca.
¿Cómo vendrá?
El regreso de Cristo será muy diferente a la primera vez que vino a este mundo. La primera vez que vino Jesús, nació y creció en un trasfondo humilde. Fue juzgado como un criminal y tuvo una muerte humillante. Sin embargo, cuando Jesús regrese, vendrá con gran majestad y gloria. Descenderá en las nubes acompañado de ángeles y con gran voz de trompetas.
Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro. (Mateo 24:30-31)
Su venida será tan obvia como un relámpago cruzando el cielo. Todos serán testigos de su venida del cielo. Muchos se llenarán de terror y de gran angustia. Sin embargo, los creyentes podrán estar de pie ante el Señor con confianza, como niños que se alegran al ver a sus padres. Los que pertenecen al Señor serán reunidos de todos los rincones del mundo.
En ese momento, aquellos que no hayan conocido y seguido al Señor Jesús serán rechazados por Él.
Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles. (Lucas 9:26)
Por otro lado, aquellos que hayan seguido al Señor hasta el fin serán bienvenidos al reino de Dios. Las decisiones que tomemos hoy determinará si el Señor Jesús nos reconozca o no en ese día. Que todos seamos verdaderos discípulos del Señor Jesús para que podamos recibir su alabanza y participar de su gloria cuando Él venga.
Dos destinos eternos
La resurrección y el juicio
No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación. (Juan 5:28-29)
Jesús predijo que, en el día final, los muertos resucitarán para recibir el juicio. Nadie podrá escaparse de este juicio final. Todo lo que hemos hecho será revelado en ese momento.
Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. (2 Corintios 5:10)
Recibiremos recompensa o castigo según las decisiones que hayamos tomado en esta vida. El Señor Jesús emitirá el veredicto final y su juicio será irreversible.
El castigo o la vida
Lo que hacemos en este cuerpo determina nuestro destino eterno. Sólo hay dos posibles resultados del juicio: la condenación eterna o la vida eterna.
E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna. (Mateo 25:46)
Los malditos serán arrojados al eterno fuego preparado para el diablo, y los bienaventurados entrarán al reino de Dios preparado desde la fundación del mundo.
Y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecieron al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder. (2 Tesalonicenses 1:7-9)
Aquellos que no hayan creído en Dios y no hayan recibido la salvación por medio de Jesucristo sufrirán la destrucción eterna. Estarán separados de Dios eternamente. Es una angustia inmensa y un sufrimiento inimaginable. Por otro lado, los justos recibirán la vida eterna. Son los que han recibido al Señor Jesús y obedecido sus palabras.
Un cuerpo glorioso
Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. (1 Tesalonicenses 4:16)
A los que hereden el reino de Dios se les dará un cuerpo glorioso. Verán al Señor Jesús tal como es y tendrán un cuerpo glorioso tal como el suyo. Así es como la Biblia describe la resurrección de los justos:
Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. (1 Corintios 15:42-43)
He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción y esto mortal se vista de inmortalidad. (1 Corintios 15:51-53)
Este nuevo cuerpo que recibiremos será inmortal, imperecedero y glorioso. Estará libre de las debilidades de nuestros cuerpos físicos actuales.
Cuando Jesús venga, los creyentes que todavía estén vivos, serán arrebatados para recibir al Señor.
Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. (1 Tesalonicenses 4:17)
Todas las posesiones y los logros de este mundo llegarán a su fin. Nuestro Señor Jesús dijo: “¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?’” (Marcos 8:36-37). Lo más importante es que nuestra alma pueda vencer a la muerte y entrar a la vida eterna. Esta es la esperanza de los creyentes en Jesucristo. Aceptemos y obedezcamos hoy al Señor Jesús para que podamos ser levantados en gloria e inmortalidad en la resurrección.
Preparándonos para la venida de Cristo
Debemos prepararnos mientras esperamos el regreso de nuestro Señor Jesús. El propósito de nuestras vidas no debería ser el disfrute o la acumulación de posesiones. Jesús nos dice lo que espera de nosotros a su regreso:
Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase. (Marcos 13:34)
El Señor Jesús es nuestro amo y nos ha dado trabajo a cada uno de nosotros. Él nos ha dado los recursos para llevar a cabo su obra y somos mayordomos de lo que Él nos ha confiado. Para los que reciben más, más se espera de ellos. Cuando llegue el momento de rendir cuentas ante el Señor, en lugar de que nos eche fuera como siervos inútiles, esperamos que el Señor nos llame siervos fieles.
Veamos lo que el Señor desea de nosotros.
Cuidar a los creyentes
Se nos ha encargado el trabajo de cuidar a los creyentes en la casa de Dios:
Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé su ración? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. (Lucas 12:42-43)
El Señor Jesús quiere que cumplamos nuestros ministerios y seamos “mayordomos fieles y prudentes” en lo que Él nos ha confiado. Debemos ser conscientes de las necesidades de nuestros hermanos y hermanas para satisfacer sus necesidades materiales y espirituales.
Podemos cuidar de nuestros hermanos y hermanas dando nuestras posesiones a los necesitados, visitando a los enfermos, prestando oído atento a los afligidos, compartiendo palabras de aliento, y orando con los que sufren. Estas acciones requieren mucha paciencia, tiempo y energía, pero son lo que nuestro Señor espera de nosotros.
En la parábola de las ovejas y las cabras, Jesús señaló que nos juzgará según cómo hayamos tratado a los demás. Él dijo: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40). Los actos de cuidado por nuestros hermanos y hermanas lo hacemos por Jesús y son recordados por Él. Así que sigamos sirviendo a nuestra familia en Cristo con amor creciente y sin quejas.
Hacer la voluntad de Dios
“No todo el que me dice: ‘Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos’. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’ Y entonces les declararé: ‘Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad’”. (Mateo 7:21-23)
El Señor Jesús señaló que, en el día final, Él rechazará a muchas personas que afirman haberlo conocido. Son personas que creyeron en Jesús y lo llamaron como su Señor. Incluso es posible que hayan predicado en el nombre de Jesús y hayan realizado milagros en su nombre. Pero cuando Jesús venga, no les dará la bienvenida a su reino. Jesús les dirá a estas personas que nunca los conoció y hasta los llamará hacedores de maldad. ¿Y esto a qué se debe? Esto se debe a que se parecían a cristianos solo por fuera, pero nunca obedecieron la voluntad de Dios.
Una vez, el Señor Jesús preguntó a la gente: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Lucas 6:46). El Señor Jesús nos ha mandado a ser bautizados para la salvación. ¿Lo hemos hecho? Ha ordenado a sus discípulos lavarse los pies los unos a los otros. ¿Hemos recibido el lavado de pies administrado por la iglesia para que podamos tener parte con el Señor? El Señor Jesús nos ha enseñado a pedir el Espíritu Santo y nos ha prometido que enviaría al Espíritu Santo. ¿Hemos orado y recibido el Espíritu Santo prometido? Dejemos de seguir las opiniones populares o nuestros propios prejuicios, y dediquémonos tiempo a estudiar la Biblia para estar seguros de que estamos obedeciendo los mandamientos bíblicos respecto a la salvación.
En cuanto a lo que el Señor ha mandado acerca de cómo llevar nuestras vidas, ¿nuestras acciones están a la altura de las enseñanzas de Jesús? ¿Albergamos odio o envidia en nuestros corazones? ¿Somos honestos en nuestras hablas y acciones? ¿Amamos a nuestros prójimos como a nosotros mismos? No basta con solo afirmar que conocemos a Jesús. Para que seamos sus discípulos, debemos también llevar a cabo lo que Él nos ha enseñado de la Biblia.
En la venida del Señor, los que no obraron según su voluntad serán castigados.
Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. (Lucas 12:47)
Lo que mirará el Señor Jesús a su regreso no es si confesamos o no su nombre. Nos preguntará si hemos obrado según su voluntad. Si somos diligentes en nuestros trabajos y obedientes a sus mandamientos, seremos validados por sus palabras de alabanza. Y será nuestro mayor honor y gozo que Él nos reconozca como buenos y fieles siervos y nos reciba en el reino celestial.
Estar atento hasta que Él venga
Como no sabemos cuándo vendrá el Señor Jesús, debemos estar preparados en todo momento. La Biblia nos enseña cómo debemos estar alerta mientras nos preparamos para su venida.
Guardarse de las falsas enseñanzas
Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. (Mateo 24:24)
En los días postreros, la gente vendrá en el nombre de Jesús, e incluso realizará grandes milagros. Pero sus enseñanzas son contrarias a la verdad del Señor Jesús.
Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. (2 Pedro 2:1)
Se levantarán falsos maestros incluso dentro de la iglesia. Como creyentes, estemos alerta para no caer ingenuamente en enseñanzas que son diferentes de las que Jesús enseñó.
Incluso ahora, somos testigos del surgimiento de muchas falsas enseñanzas. Un ejemplo es la enseñanza de que las iglesias son solo instituciones humanas y que no necesitamos pertenecer a ninguna iglesia mientras creamos en Jesús. Algunos predicadores usan el nombre de Jesús para garantizar a sus seguidores éxito en este mundo y seguridad financiera. Hoy en día, muchos cristianos han aceptado conductas totalmente contrarias a la Biblia, como el adulterio y la homosexualidad.
El poder del engaño será más grande antes de que venga el Señor Jesús. Por eso debemos estar alerta.
Velar y orar
El Señor Jesús nos ha dicho lo que debemos hacer para escapar de todos los engaños y pruebas que serán una amenaza a nuestra fe en el tiempo final.
“Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día… Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”. (Lucas 21:34, 36)
Los placeres y las preocupaciones de esta vida pueden hacernos perder de vista los deberes que el Señor Jesús nos ha confiado. El Señor nos enseña a permanecer despiertos en todo momento mientras oramos a Dios para que nos dé fuerzas. A través de la oración vigilante, no seremos presa de las tendencias o ideologías que van en contra de la fe. De lo contrario, nos mantendremos enfocados en llevar a cabo las palabras del Señor Jesús.
Ser santo y sin mancha
Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir,…! Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. (2 Pedro 3:11, 14)
A medida que la moralidad continúa decayendo en el mundo y la gente acepta cada vez más los estilos de vida pecaminosos, nosotros, como creyentes, no debemos conformarnos. Si creemos en las palabras de Jesús de que Él regresará pronto, procuraremos ser santos e irreprochables ante el Señor. Sabemos que estaremos todos ante su tribunal. Solo si nos esforzamos a vivir cada día cumpliendo su palabra, podremos hallarnos con Jesús en paz y con confianza.
Animarnos unos a otros
No estamos solos en nuestra preparación para la venida del Señor.
Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. (Hebreos 10:24-25)
Estar en comunión con los creyentes es importante porque cuando nos reunimos, podemos apoyarnos unos a otros con la palabra de Dios. Podemos ver las buenas obras y el amor de nuestros hermanos y hermanas, y eso nos motiva a seguir en las buenas obras.
Por último, necesitamos la ayuda de Dios para hacer lo que somos incapaces de hacer. Él es fiel para seguir perdonando nuestros pecados cuando nos arrepentimos ante Él y nos da fuerzas a través del Espíritu Santo. Él es el autor y consumador de nuestra fe y nos guarda para el día de la salvación.
Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. (1 Tesalonicenses 5:23)
Dios nos santificará y confirmará nuestras obras para que podamos recibirlo con gozo en el día de su regreso. Mientras esperamos ese día, mantengámonos firmes en nuestra fe hasta el fin. Entonces podremos recibir gloria, honor y alabanza de Dios cuando lo veamos cara a cara.
Preguntas y respuestas frecuentes
- ¿Cómo debemos actuar ante el aparente retraso de la venida del Señor? ¿Cómo es esta actitud distinta a la forma en que muchos reaccionan? Respuesta
- ¿Por qué debe venir Jesús otra vez?
- Ejecutar sentencia. Él “juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino” (2 Timoteo 4:1). En ese momento, la puerta de la salvación estará cerrada y quien quiera entrar no podrá hacerlo (Lucas 13:25). Aquellos que no conocen a Dios o que se niegan a obedecer el evangelio sufrirán “pena de eterna perdición” (2 Tesalonicenses 1:8-9). En cambio, los que creen fielmente hasta el fin obtendrán su recompensa (Apocalipsis 22:12).
- Poner fin a esta generación malvada. Este mundo actual es corrupto y está bajo el control del diablo (1 Juan 5:19). Es una reminiscencia de los días de Noé, cuando Dios envió un diluvio para destruir la tierra (Génesis 6:12-13, 17; cf. Lucas 17:26-27). Sólo que esta vez lo destruirá permanentemente con fuego (2 Pedro 3:12). El anciano Pedro dice: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 Pedro 3:10).
- Para llevar a los salvos al cielo. Jesús promete: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:2-3).
Jesús vendrá nuevamente para lo siguiente:
Como miembros de la verdadera iglesia de Dios, ahora estamos comprometidos con Jesucristo (2 Corintios 11:2). La Biblia nos llama la “perfecta” de Él (Cantares 6:9), una novia que se prepara para las bodas del Cordero (Apocalipsis 19:7). En su segunda venida, seremos arrebatados “en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:17).