El bautismo

Guías didácticas:

  1. Este tema podrá tratarse en dos sesiones.
  1. El objetivo de esta clase es ayudar a los buscadores de la verdad a comprender la relación entre el bautismo y la salvación y la importancia del bautismo en la iglesia establecida por el Espíritu Santo.

Diapositivas de presentación:

▶️ Diapositivas sobre el bautismo para usar en clase
 

El bautismo en el evangelio

Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús. Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? (Hechos 8:35-36)
Algunos pueden decir que cuando predicamos el evangelio, sólo debemos enfocarnos en Jesucristo, que sólo prediquemos sobre Jesucristo. Pero como podemos ver en el ejemplo de Felipe y en la reacción del eunuco, cuando predicamos sobre Jesús, también debemos hablar sobre el bautismo.
La palabra "bautismo" se origina de la palabra griega baptisma (βάπτισμα), que significa sumersión o lavamiento en agua. Pero, ¿qué tiene que ver este ritual aparentemente frívolo de la inmersión en agua con el Señor Jesucristo o con las buenas nuevas de la salvación? ¿Cuál es la relación?

El bautismo de Jesús por Juan el Bautista

Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia. Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años… (Lucas 3:21-23a)
Una conexión inmediata que vemos entre Jesús y el bautismo ocurre al comienzo de su ministerio terrenal. Jesús comenzó a predicar acerca del reino de Dios alrededor de los 30 años. Este ministerio comenzó cuando el mismo Jesucristo recibió el bautismo de Juan el Bautista. Las Escrituras nos dicen que a pesar de que Juan el Bautista expresó su indignidad de bautizar a Jesucristo, Jesús insistió, “para que se cumpla toda justicia”. En otras palabras, el bautismo de Jesucristo era parte del cumplimiento del plan de salvación de Dios.

Las palabras de Jesús y el bautismo

Otra manera de comprender mejor la relación entre Jesús y el bautismo es a través de las palabras de Jesús. Durante su ministerio terrenal, el mismo Señor Jesús mencionó la importancia de recibir el bautismo.
En una ocasión, Jesús estaba conversando con un hombre llamado Nicodemo. Le habló de la necesidad de renacer espiritualmente para poder ver el reino celestial. Jesús luego explicó lo que quiso decir:
“De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”. (Juan 3:5)
Básicamente, Jesús le está diciendo a Nicodemo que el bautismo es necesario para la salvación. Algunos interpretan la palabra “agua” como una referencia al parto natural, o al Espíritu Santo. Pero ambas interpretaciones harían que la mención “de agua” que hizo Jesús fuera redundante y agregarían confusión a la declaración de Jesús en este versículo. Por otro lado, hay una fuerte evidencia bíblica de que el “agua” que se menciona aquí se refiere al bautismo. Juan ya había dejado clara esta asociación en el primer capítulo de su evangelio, y el bautismo es la interpretación más directa dentro de este contexto. Además, en Tito 3:5, afirma que somos salvos “por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”. Este pasaje tiene una correlación notable con lo que Jesús le dijo a Nicodemo.
El punto principal es que Jesucristo habló de la necesidad del bautismo desde el comienzo de su ministerio. Todos los que buscan entrar en el reino de Dios deben recibir el bautismo. Si creemos en Jesús, debemos creer también en sus palabras.
En otra ocasión, Jesucristo había resucitado y estaba dándoles instrucciones finales a sus seguidores antes de ascender al cielo. Él dijo:
Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. (Mateo 28:19-20a)
Una vez más, vemos a Jesucristo hablando acerca del bautismo. En este caso, Jesús ordenó a sus seguidores que hicieran discípulos bautizándolos y enseñándoles a observar sus mandamientos. Es evidente que el bautismo es un componente central del discipulado y de la fe en el Señor Jesús. Todo está relacionado.

La muerte de Jesús y el bautismo

Ahora que hemos estudiado un par de las declaraciones de Jesús sobre el bautismo, entremos en más detalle sobre la relación entre Jesucristo y el bautismo, específicamente, en cuanto a su muerte. La muerte de Jesús es una parte vital del mensaje del evangelio. En verdad murió para que nosotros vivamos. Pero su muerte también se relaciona íntimamente con el bautismo.
Fiel a su misión, Jesucristo vino a este mundo, enseñó acerca del reino de Dios y nos trajo la gracia y la verdad. Sin embargo, fue traicionado eventualmente por uno de los suyos y murió de la manera más horrible de esa época, a través de la crucifixión. Esta era la pena de muerte de la Antigua Roma en la que una persona era clavada a un travesaño y una estaca de madera con forma de una T o una cruz. Por lo general, la muerte no llegaba debido a la pérdida de sangre, sino por asfixia lenta, ya que era difícil respirar con los brazos totalmente extendidos. Si uno no moría a tiempo, los soldados romanos le quebraban las piernas para que así la respiración fuera aún más difícil, ya que no podría alzarse con los pies para relajar sus brazos.
Cuando Jesucristo murió en la cruz, los dos criminales que estaban a su lado aún no habían muerto, así que los soldados quebraron sus piernas. Pero cuando los soldados llegaron a Jesucristo y al ver que ya había muerto, le atravesaron el costado con una lanza. Lo que sucedió después fue algo milagroso: salió sangre y agua. El apóstol Juan, que presenció la escena, enfatizó una y otra vez que lo que vio era verdadero.
Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua. Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis. (Juan 19:34-35)
¿Cuál es el significado de la sangre de Jesús y el agua que brota? Esta mezcla milagrosa de sangre y agua es también lo que ocurre cuando la iglesia administra el bautismo. El mismo apóstol Juan, que fue testigo de la sangre y el agua en la cruz, también escribió el siguiente pasaje:
Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan. (1 Juan 5:6-8)
Los paralelos entre estos versículos y la escena de la crucifixión que presenció anteriormente son notables. Este pasaje explica que cada vez que la iglesia lleva a cabo el bautismo, el Espíritu Santo testifica que la sangre de Cristo está en las aguas del bautismo, porque el Espíritu, el agua y la sangre, estos tres concuerdan y dan testimonio.
¡Cuán íntima es esta relación entre el bautismo y la muerte de Jesús! Con razón, cuando Felipe predicó sobre Jesús al eunuco, predicó también sobre el bautismo. Jesucristo no sólo recibió el bautismo y mandó que se hiciera el bautismo cuando estaba en la Tierra, sino que su muerte y el derramamiento de su sangre están vinculados con el mismo bautismo que Él ordenó. Por lo tanto, la obra consumada de Jesucristo está tan entrelazada con el bautismo que debemos hablar del bautismo cuando compartimos el evangelio de Jesucristo.

El bautismo y el perdón de los pecados

¿Por qué dijo Jesús que a menos que nazcamos del agua y del Espíritu, no podemos entrar al reino de Dios? ¿Qué significa para mí la sangre de Jesús en las aguas del bautismo? Ahora estudiaremos el propósito de Jesucristo para el bautismo, específicamente, en cuanto al perdón de los pecados.

Pecado, sangre y expiación

Las Escrituras explican que por la desobediencia de Adán y Eva, el pecado y la muerte entraron al mundo. El pecado alejó y continúa alejando a la humanidad de Dios. Como consecuencia de este estado caído, nadie puede entrar al reino celestial.
Sin embargo, Dios es misericordioso. Eventualmente Él estableció un sistema sacerdotal y sacrificial para que los judíos pudieran expiar sus pecados. Esto implicaba la matanza de animales y el derramamiento de sangre.
La Biblia resume esto en el libro de Hebreos:
Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. (Hebreos 9:22)
Lo que Dios estableció en este antiguo pacto con los judíos fue que la sangre era requerido para la expiación de sus pecados. Este sistema sacerdotal imperfecto sirvió como una prefiguración de lo que llegaría en el futuro: el sacrificio perfecto del Señor Jesucristo. Nuestros pecados pueden ser perdonados, nuestra vergüenza y alienación pueden ser removidos, pero esto requiere de sangre.

Nuestros pecados son limpiados en el bautismo

Como mencionamos anteriormente, la muerte de Jesús está íntimamente relacionada con el bautismo. Cuando el costado de Jesús fue traspasado en la cruz, brotó sangre y agua. La sangre que brotó fue para limpiar nuestros pecados, tal como pasaba con la sangre de los animales sacrificados por los judíos.
Esa sangre se derramó hace casi dos mil años. ¿Cómo podemos acceder a esa sangre hoy en día? La respuesta se encuentra en el bautismo. Como se menciona en 1 Juan 5:6-8:
Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan.
El Espíritu Santo testifica que la preciosa sangre de Jesús está en las aguas del bautismo. Una vez que relacionamos esto con el principio espiritual de que la sangre es necesaria para la expiación, entendemos que el bautismo es el medio por el cual podemos recibir el perdón de nuestros pecados hoy. Muchos pasajes bíblicos confirman esta verdad:
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. (Hechos 2:38)
El apóstol Pedro estaba predicando a una gran multitud de judíos piadosos. Cuando la multitud se dio cuenta de que no sólo habían crucificado a un hombre inocente, sino al Señor y al Cristo, se sintieron compungidos en el corazón y estaban listos para volverse al verdadero camino de Dios. Le preguntaron a Pedro qué debían hacer. Pedro les dijo que se arrepintieran y se bautizaran. ¿Para qué era el bautismo? Aquí menciona específicamente que el propósito del bautismo es “para el perdón de los pecados”. En verdad, la sangre de Jesús expía los pecados. Esto sucede a través del bautismo. El resultado es que nuestros pecados son perdonados.
“‘Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre’”. (Hechos 22:16)
Este es otro versículo que nos dice claramente que el propósito del bautismo es para "lavar nuestros pecados". En este pasaje, el apóstol Pablo estaba contando la historia de su conversión. Hubo un hombre llamado Ananías que lo aceptó, oró por él y lo instruyó. Después de que fue sanada su ceguera temporal, Ananías animó a Pablo para que recibiera pronto el bautismo para lavarse de sus pecados.
El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios). (1 Pedro 3:21a)
A primera vista, no parece que sumergir a una persona dentro del agua tenga algún impacto espiritual. Es tan sólo una acción física. Aquí el apóstol Pedro explica el misterioso efecto salvador del bautismo. No se trata de quitar las inmundicias del cuerpo. Más bien, es para que podamos estar delante de Dios con una conciencia buena y tranquila. La única manera de hacerlo es eliminando nuestros pecados y nuestras ofensas espirituales.
Muchas denominaciones cristianas minimizan la importancia del bautismo, relegándolo a una simple confesión ceremonial sobre la creencia en Jesucristo que se hace públicamente. Pero como lo hemos explicado, el bautismo es mucho más que eso. Creer en la salvación del Señor Jesús implica creer en su muerte por nosotros. Creer en la muerte de Jesús está relacionado con el derramamiento de su sangre expiatoria, que podemos obtener a través del bautismo en su nombre. Una vez bautizados, nuestros pecados son limpiados por su sangre.
Dado que ahora entendemos que el bautismo es una parte muy importante de nuestra salvación, en el próximo segmento examinaremos el método bíblico del bautismo.

La administración bíblica del bautismo

Hemos establecido que el propósito principal del bautismo es el perdón de los pecados. La razón por la que tiene este efecto salvador es porque el Espíritu da testimonio de que la sangre expiatoria de Cristo está en las aguas del bautismo.

Administrado por la Iglesia y con la presencia del Espíritu Santo

Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. (1 Corintios 12:13)
Pablo explica a los creyentes de su época: "por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo cuerpo". El Espíritu Santo es el medio por el cual somos bautizados en el cuerpo de Cristo. Por lo tanto, para que el bautismo produzca el efecto de salvación, el Espíritu Santo debe estar presente.
“Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos”. (Juan 20:21-23)
Cuando el Señor Jesús dio la comisión a sus discípulos, les prometió el Espíritu Santo y, a través del Espíritu Santo, les concedió la autoridad para perdonar los pecados. Como podemos ver, en el bautismo, la presencia del Espíritu Santo es crucial para la remisión de los pecados. Cuando la iglesia establecida por el Espíritu Santo administra el bautismo, la sangre de Jesús lava los pecados del pecador durante el bautismo. Es por ello que los seguidores de Jesús debieron esperar en Jerusalén la venida del Espíritu Santo antes de bautizar a los conversos para la remisión de sus pecados. Es el Espíritu Santo quien efectúa la remisión de los pecados en el bautismo.
Hoy en día, sólo la iglesia establecida por Dios a través de su Espíritu Santo recibe la comisión de bautizar a las personas para la remisión de sus pecados. A través de este único bautismo, somos introducidos en el cuerpo de Cristo.
Ahora que hemos establecido que el bautismo debe ser administrado por la única iglesia verdadera, ¿cuál es el método correcto para que la iglesia lleve a cabo el bautismo? Veamos cómo la iglesia primitiva administraba el bautismo de acuerdo a la Biblia.

Un solo bautismo

Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. (Efesios 4:4-6)
Las Escrituras hablan sobre la unidad de la iglesia y las cualidades que unen a la iglesia como una. Entre ellas se menciona que hay “un solo bautismo”. Esto nos muestra que durante la era apostólica, la iglesia tenía una única forma de llevar a cabo el bautismo.
Desafortunadamente, no hay un pasaje bíblico que describa clara y convenientemente el método apropiado del bautismo. Sin embargo, cuando estudiamos las Escrituras, podemos reconstruir en forma completa el método bíblico del bautismo.

En el nombre de Jesucristo

Primero, la iglesia debe administrar el bautismo en el nombre del Señor Jesucristo.
Es cierto que Jesús mandó a sus discípulos a que “hagan discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Sin embargo, en el libro de los Hechos, donde registra los eventos más importantes de las primeras décadas de la iglesia, la mayoría de los registros de bautismos indican estrictamente que se llevaron a cabo en el nombre de Jesucristo.
Pedro les dijo: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. (Hechos 2:38)
Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. (Hechos 8:14-16)
“¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?” Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días. (Hechos 10:47-48)
Dijo Pablo: “Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo”. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. (Hechos 19:4-5)
Como podemos ver, muchos pasajes señalan específicamente que los creyentes fueron bautizados en el nombre de Jesús. Claro que hay otros pasajes en los que el bautismo no especifica el uso de su nombre. Sin embargo, no existe ningún registro bíblico que use “el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” durante el bautismo. Las acciones de los apóstoles nos enseñan que el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es Jesús, y los bautismos deben realizarse en este nombre. Tal como lo dijo Pedro: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).

Cabeza inclinada hacia abajo

En segundo lugar, el bautismo debe realizarse con la cabeza del candidato inclinada hacia abajo. Esto no es sólo una señal de humildad o la expresión de culpa y vergüenza de un pecador. Esto es consistente con lo que dicen las Escrituras acerca del método del bautismo.
¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección. (Romanos 6:3-5)
Cuando Pablo habla aquí del bautismo, por un lado, menciona los diversos efectos espirituales del bautismo. Por otro lado, también menciona que a través del bautismo somos “plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte”. Esta es una pista importante sobre el método bíblico del bautismo.
Pablo nos dice que el bautismo debe realizarse en la semejanza de la muerte de Jesús. En el evangelio de Juan, Juan nos dice que cuando Jesús estaba a punto de morir en la cruz, inclinó la cabeza y luego entregó su espíritu.
Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu. (Juan 19:30)
Por lo tanto, ¿cuál fue la semejanza de la muerte de Jesús? Jesús inclinó la cabeza a propósito y luego expiró su último respiro. Por esta razón, cuando la iglesia lleva a cabo el bautismo, también debemos unirnos en la semejanza de la muerte de Jesús. Deberíamos inclinar la cabeza.

Inmersión completa

En tercer lugar, la Biblia nos enseña que el bautismo debe ser una inmersión completa en el agua.
La palabra misma “bautizar”, que proviene del griego baptizō (βαπτίζω), significa “sumergir”, que es la acción de inmersión en el agua.
Además, las Escrituras también nos dicen que los bautismos se llevaban a cabo en lugares donde había mucha agua.
Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados. (Juan 3:23)
Lógicamente, se necesitaba mucha agua para poder sumergir a alguien completamente.

En agua viva

Por último, la Biblia nos dice que la iglesia administraba los bautismos en agua viva, natural y corriente.
El apoyo más directo a este requisito se encuentra en el ejemplo que nos dejó Jesús.
Aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. (Marcos 1:9)
Este versículo da a entender que Jesús fue sumergido durante su bautismo, ya que “en el Jordán” también puede traducirse como “dentro del Jordán”. Aquí no sólo se nota la inmersión en agua, sino que también se especifica el tipo de agua en la que fue sumergido. No estaba en un estanque hecho por el hombre, ni en agua de un recipiente, sino que estaba en el río Jordán, o sea, en una masa de agua que fluía naturalmente.
Además, en el Antiguo Testamento encontramos profecías que se refieren al bautismo para el perdón de los pecados.
Ten otra vez compasión de nosotros y sepulta nuestras maldades. Arroja nuestros pecados a las profundidades del mar. (Miqueas 7:19)
También leamos:
“En aquel día se abrirá un manantial, para que en él puedan lavar sus pecados y su impureza los descendientes de David y los habitantes de Jerusalén”. (Zacarías 13:1)
Tanto el “mar” como el “manantial” se refieren a las fuentes naturales de agua que fluyen.
Como sabemos que el bautismo es para el perdón de los pecados, nos corresponde también asegurarnos de que se administre de acuerdo a la Biblia. Al concluir este segmento, vale la pena enfatizar que sólo seguir este método preciso del bautismo no es suficiente, ya que la eficacia del bautismo está íntimamente relacionada con la iglesia. El perdón de los pecados proviene del Espíritu Santo que mora en la verdadera iglesia y envía a la verdadera iglesia a bautizar.

Una nueva vida después del bautismo

La Biblia deja claro que durante el bautismo nuestros pecados son lavados por la sangre de Cristo. Este es el principal propósito y efecto del bautismo. Sin embargo, eso no es todo. Después del bautismo, dado que nuestros pecados han sido eliminados, obtenemos un nuevo estatus ante Dios. Por lo tanto, es un llamado para llevar un nuevo estilo de vida. En este segmento, exploremos los otros efectos espirituales que resultan del bautismo.

La resurrección y el renacimiento

En el segmento anterior, mencionamos que cuando uno recibe el bautismo, debe inclinar la cabeza en la semejanza de la muerte de Jesús. Las Escrituras nos dicen que la inclinación de la cabeza hacia abajo une al candidato del bautismo con la muerte del Señor Jesucristo. Por lo tanto, el bautismo es, espiritualmente, la muerte del pasado pecaminoso de la persona. Su viejo yo está crucificado espiritual y simbólicamente con Jesús. Durante el bautismo, la persona se sumerge en el agua, lo que indica la sepultura con Cristo. Finalmente, la persona emerge del agua del bautismo, indicando la resurrección con Cristo. Como dicen las Escrituras:
Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados. (Colosenses 2:12-13)
Este pasaje confirma que Dios perdona nuestros pecados, y que además, el bautismo resulta en una muerte y un nacimiento espiritual. Se nos da una nueva vida.
Este efecto espiritual nos ayuda a comprender con más claridad las declaraciones que le hizo Jesús a Nicodemo. Recordemos que Jesús le dijo:
Respondió Jesús y le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. (Juan 3:3)
Y dijo además:
Respondió Jesús: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”. (Juan 3:5)
Como ya explicamos, Jesucristo se refería a la necesidad del bautismo. Esperamos que ahora tengamos una imagen aún más completa, sabiendo que realmente ocurre un nacimiento espiritual en el bautismo. “Renacemos”. Hemos muerto, resucitado, y ahora tenemos una nueva vida en Cristo. Ya no somos esclavos del pecado, sino que utilizamos esta nueva vida para vivir como instrumentos de justicia para el Señor Jesucristo.

La santificación y la justificación

¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y estos erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios. (1 Corintios 6:9-11)
Estos versículos hablan de la conversión de los miembros de la iglesia de Corinto. Antes de creer en Cristo, algunos de ellos habían cometido pecados graves contra Dios. Pero luego Pablo comienza a hablar de su dramática transformación al creer en Cristo. Este cambio comenzó cuando fueron lavados. Esta es una referencia clara al bautismo y al propósito principal del bautismo. Hay otros efectos espirituales que se complementaron, sabiendo que el bautismo santificó y justificó a los corintios. Hubo un cambio en su estatus ante Dios.
Santificar significa “hacer santo”. La Biblia se refiere a la santificación como un acto divino que separa lo santo de lo común o profano. La Biblia nos dice que después del bautismo, dado que los pecados de los miembros corintios habían sido limpiados por la sangre de Jesús, fueron separados por Dios.
Justificar significa “declarar como justo”. Después de que los corintios se volvieron a Cristo y fueron bautizados, Dios los declaró justos. Ellos fueron liberados de su culpa y de la culpabilidad de sus pecados pasados.
Lo que Dios impartió bondadosamente a los corintios es también la misma gracia que nos da cuando recibimos el bautismo. Somos lavados, santificados y justificados. Sin embargo, no debemos dar por sentado este nuevo estatus. Debemos evitar el mal y preservar esta nueva santidad.
Es similar a un hombre culpable que de repente es absuelto de todas las acusaciones criminales en su contra. Con una nueva oportunidad de vida, sería prudente que se separe de su pasado pecaminoso y mantenga su nuevo estatus incontaminado ante la ley.

Revestirse de Cristo

Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. (Gálatas 3:26-28)
Otro efecto espiritual del bautismo es que nos revestimos de Cristo. ¿Qué significa esto?
Cuando Pablo usa la palabra “revestirse”, es similar a “ponerse” una prenda de vestir. Por lo tanto, se puede considerar que revestirse de Cristo es ponerse a Cristo como una prenda. La perfecta justicia de Cristo nos cubre a través del bautismo. Por lo tanto, cuando Dios nos mira, en lugar de ver a una persona pecadora, ve la justicia de Cristo.
No sólo estamos envueltos con la justicia de Cristo, sino que al revestirnos de Cristo, pertenecemos a Cristo y llegamos a ser todos miembros del cuerpo de Cristo, independientemente de nuestra posición terrenal. Esto significa que obtenemos una nueva identidad que es inseparable de Cristo. Dado que ahora nuestra nueva identidad está íntimamente unida a Cristo, debemos vivir de una manera piadosa, digna de este nuevo estatus.

Hijos de Dios

Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa. (Gálatas 3:29)
Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo. (Gálatas 4:6-7)
En el pasaje anterior, la conclusión de Pablo añade otro efecto espiritual que resulta del bautismo. Después del bautismo, obtenemos un nuevo estatus espiritual, el de hijos de Dios.
Originalmente, siendo no judíos, éramos extraños y ajenos al pacto y a la promesa de Dios con Abraham. Sin embargo, a través del bautismo, pertenecemos a Cristo y recibimos la adopción espiritual como hijos de Dios. Ahora, siendo hijos, tenemos derecho a la herencia de los descendientes de Abraham. En el libro de Hebreos, las Escrituras explican que esta herencia se refiere en última instancia al reino celestial.
A los que reciben el bautismo también se les promete el Espíritu Santo. Este Espíritu de Jesucristo que nos es dado clama “¡Abba, Padre!” y refleja el estatus recién adquirido, como hijos y herederos legítimos a través de Cristo.
A causa del estatus tan glorioso que recibimos después del bautismo, se requiere que vivamos verdaderamente una nueva vida digna de Él. Los que son bautizados y guiados por el Espíritu son llamados a vivir con rectitud y sin mancha, no entregándose al pecado, sino al Espíritu.
Si estás considerando bautizarte en la verdadera iglesia, entonces debes estar decidido a llevar una nueva vida acorde a lo que repasamos en esta sesión. Somos lavados en el bautismo para renacer y resucitar, para ser santificados y justificados, para revestirnos de Cristo y convertirnos en hijos de Dios. ¡Qué gracia más grande y don más glorioso! ¡Qué gloria y riquezas aún nos esperan! Después del bautismo, es nuestro anhelo poder llevar una nueva vida.

El bautismo de la familia

Hasta ahora hemos establecido la relación íntima entre el bautismo y la salvación en Jesucristo. Si el bautismo se lleva a cabo de acuerdo al método bíblico, nuestros pecados son lavados por la preciosa sangre de Jesús en las aguas del bautismo. Recibimos un glorioso estatus espiritual que nos invita a vivir por Cristo. En este segmento final, nos gustaría hablar brevemente sobre el bautismo de las familias.
Nosotros los adultos tenemos la capacidad de creer en Jesús, arrepentirnos de nuestros pecados, y decidir bautizarnos. Pero, ¿y qué de nuestros hijos? Si son demasiado jóvenes para creer y arrepentirse, ¿pueden recibir el bautismo?

Una prefiguración del Antiguo Testamento

Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, (1 Corintios 10:1-2)
Un famoso evento en la historia de los israelitas fue cuando Dios los liberó de la esclavitud de Egipto a través de su siervo Moisés. Cuando estaban en su éxodo de Egipto, fueron obstruidos por el Mar Rojo, pero Dios abrió milagrosamente una vía de escape en medio del agua. En el pasaje de Corintios que acabamos de leer, Pablo interpreta estos eventos como una prefiguración de los cristianos que han sido redimidos por Jesucristo. Pablo estaba advirtiendo a los corintios que no disgustaran al Señor para que no se descalificaran de la salvación como lo hicieron los israelitas en el desierto.
La interpretación y redacción de Pablo en este pasaje es perspicaz. Confirma que el éxodo prefigura la salvación de Jesús. Toda la nación se describe como “bautizados” cuando atravesaron el mar. Si Dios permitió que los hijos de los israelitas salieran de Egipto y cruzaran el mar, aunque no tenían la capacidad de tomar una decisión, ¿no aceptaría también a los hijos de aquellos que deciden creer en Jesucristo y recibir el bautismo? Ellos seguramente también tienen el privilegio de ser bautizados.
La manera como Dios trató generosamente a la generación del desierto y sus hijos, es consistente con la manera en que Dios salvó a familias enteras. Dios salvó al justo Noé y a toda su familia. Los ángeles salvaron a Lot y a toda su familia.

Ejemplos del Nuevo Testamento

Cuando comenzó la era de la iglesia, los apóstoles predicaron e hicieron discípulos, bautizando a todos los creyentes como Jesús les había mandado. Aunque la Biblia no menciona específicamente el bautismo de los niños, se menciona el bautismo de familias enteras. El primer ejemplo es el bautismo de la familia de Lidia:
Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos. (Hechos 16:14-15)
Otro ejemplo es el bautismo de toda la casa del carcelero de Filipos.
Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios. (Hechos 16:32-34)
En ambos casos, podemos ver que las familias enteras fueron bautizadas cuando el jefe de familia creyó en Jesucristo.

¿Por qué bautizar a nuestros hijos?

Después de haber confirmado que, efectivamente, podemos bautizar a nuestros hijos, la siguiente pregunta es “¿Por qué?”
¿Por qué? Por la misma razón por la que buscaríamos bautizarnos nosotros, para recibir el perdón de los pecados a través del lavado de la sangre de Jesús. La Biblia nos dice que todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios, y esto incluye a los bebés y a los niños.
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron… (Romanos 5:12)
Romanos también nos dice que la paga del pecado es la muerte. Ya que los bebés y los niños también mueren, vemos que no son inocentes ante Dios en el plano espiritual.
Por lo tanto, cuando bautizamos a nuestros hijos, lavamos sus pecados. Entonces, ellos también serían justificados ante Dios.
Dios desea que todos se salven, comenzando por cada familia.

Preguntas y respuestas frecuentes

  1. ¿No es suficiente creer para ser salvos? ¿Por qué necesitamos el bautismo? [8.1-8.3]
  1. ¿El bautismo es sólo una expresión de la salvación y la remisión de pecados? [8.5-8.6]
  1. ¿Por qué Jesús tuvo que ser bautizado? [8.9]
  1. ¿Es importante el modo del bautismo? [8.11-8.12]
  1. ¿Por qué el bautismo debe realizarse únicamente en agua corriente natural? [8.18-8.19]
  1. ¿Es bíblico el bautismo de infantes? [8.23-8.25]
    1. Respuestas (Preguntas y respuestas, Capítulo 8: El bautismo)